miércoles, 15 de noviembre de 2017

¿Por qué Europa?

"El hecho de que gente procedente de una gran isla del Atlántico septentrional conquistaran una gran isla al sur de Australia es uno de los casos más extraños de la historia. No mucho antes de la expedición de Cook, las islas Británicas y Europa occidental en general no eran más que un rincón atrasado y distante del mundo mediterráneo. Allí nunca ocurrió nada de importancia. Incluso el Imperio romano (el único imperio europeo premoderno importante) obtenía la mayor parte de sus riquezas de sus provincias del norte de África, los Balcanes y Oriente Próximo. Las provincias romanas de Europa occidental eran un pobre salvaje oeste, que contribuía en poco, aparte de minerales y esclavos. La Europa septentrional era tan desolada y bárbara que ni siquiera valía la pena conquistarla.

Solo a finales del siglo XV, Europa se convirtió en sede de acontecimientos militares, políticos, económicos y culturales importantes. Entre 1500 y 1750, Europa occidental ganó ímpetu y se convirtió en dueña del «mundo exterior», es decir, de los dos continentes americanos y de los océanos. Pero incluso entonces, Europa no era rival para los grandes poderes de Asia. Los europeos consiguieron conquistar América y obtener la supremacía en el mar principalmente porque las potencias asiáticas demostraban poco interés en ello. Los inicios de la era moderna fueron una edad de oro para el Imperio otomano en el Mediterráneo, el Imperio safávida en Persia, el Imperio mogol en la India y las dinastías chinas Ming y Qing.
Extendieron de manera importante sus territorios y gozaron de un crecimiento demográfico y económico sin precedentes. En 1775, Asia suponía el 80 por ciento de la economía mundial.
Las economías combinadas de la India y China por sí solas representaban dos tercios de la producción global. En comparación, Europa era un enano económico. El centro global de poder no pasó a Europa hasta el período entre 1750 y 1850, cuando los europeos humillaron a las potencias asiáticas en una serie de guerras y conquistaron extensas partes de Asia. Hacia 1900, los europeos controlaban firmemente la economía mundial y la mayor parte de su territorio. En 1950, Europa occidental y Estados Unidos suponían en conjunto más de la mitad de la producción global, mientras que la porción de China se había reducido al 5 por ciento. 

Bajo la égida europea surgió un nuevo orden global y una nueva cultura global. En la
actualidad, todos los humanos son, en mucha mayor medida de lo que en general quieren admitir, europeos por su manera de vestir, de pensar y por sus gustos. Pueden ser ferozmente antieuropeos en su retórica, pero casi todo el mundo en el planeta ve la política, la medicina, la guerra y la economía con ojos europeos, y escucha música escrita al modo europeo con letras en idiomas europeos. Incluso la naciente economía china, que  puede recuperar pronto su primacía global, está construida según un modelo europeo de producción y finanzas europeo.

¿Cómo consiguieron los habitantes de este frío apéndice de Eurasia salir de su remoto rincón del globo y conquistar el mundo? A menudo se concede mucho crédito a los científicos de Europa. Es incuestionable que a partir de 1850 la dominación europea se basó en gran medida en el complejo militar- industrial-científico y en la magia tecnológica. Todos los imperios de la época moderna tardía que tuvieron éxito cultivaron la investigación científica con la esperanza de cosechar innovaciones tecnológicas, y muchos científicos invirtieron la mayor parte de su tiempo trabajando en armas, medicinas y máquinas para sus amos imperiales. Una expresión común entre los soldados europeos que se enfrentaban a enemigos africanos era: «Ocurra lo que ocurra, nosotros tenemos ametralladoras y ellos no». Las tecnologías civiles no eran menos importantes. Los alimentos enlatados alimentaban a los soldados, los ferrocarriles y barcos de vapor transportaban a los soldados y sus provisiones, mientras que un nuevo arsenal de medicinas curaba a los soldados, marinos e ingenieros de las locomotoras. Estos avances logísticos desempeñaron un papel más importante en la conquista europea de África que la ametralladora.
Sin embargo, esto no era así antes de 1850. El complejo militar-industrial-científico se hallaba todavía en su infancia; los frutos tecnológicos de la revolución científica estaban todavía verdes, y la brecha tecnológica entre las potencias europeas, asiáticas y africanas era pequeña. En 1770, James Cook disponía ciertamente de una tecnología mucho mejor que la de los aborígenes  australianos, pero también disponían de ella los chinos y otomanos. ¿Por qué razón, pues, fue Australia explorada y colonizada por el capitán James Cook y no por el capitán Wan Zheng He o por el capitán Husein Pasha? Y más importante todavía, si en 1770 los europeos no tenían una ventaja tecnológica significativa sobre los musulmanes, indios y chinos, ¿cómo consiguieron en el siglo siguiente abrir semejante brecha entre ellos y el resto del mundo? ¿Por qué el complejo militar-industrial-científico floreció en Europa y no en la India? Cuando Gran Bretaña dio el gran salto adelante, ¿por qué Francia, Alemania y Estados Unidos la siguieron rápidamente, mientras que China quedaba rezagada? Cuando la brecha entre las naciones industriales y las no industriales se convirtió en un factor económico y político evidente, ¿por qué Rusia, Italia y Austria consiguieron salvarla, mientras que Persia, Egipto y el Imperio otomano fracasaron? Después de todo, la tecnología de la primera oleada industrial era relativamente simple. ¿Tan difícil era para los chinos o los otomanos diseñar máquinas de vapor, fabricar ametralladoras y tender vías férreas? El primer  ferrocarril comercial se inauguró con fines comerciales en 1830 en Gran Bretaña. En 1850, las naciones europeas estaban recorridas por casi 40.000 kilómetros de vías férreas, pero en todo el conjunto de Asia, África y América Latina solo había 4.000 kilómetros de vías. En 1880, Occidente se jactaba de tener más de 350.000 kilómetros de vías férreas, mientras que en el resto del mundo no había más de 35.000 kilómetros de líneas de tren (y la mayoría de ellas las tendieron los ingleses en la India). 

La primera vía férrea en China no se inauguró hasta 1876. Tenía 25 kilómetros de longitud y la construyeron europeos; el gobierno chino la destruyó al año siguiente. En 1880, el Imperio chino no tenía ni un solo ferrocarril. La primera vía férrea en Persia se construyó en 1888, y conectaba Teherán con un lugar sagrado musulmán situado a unos 10 kilómetros al sur de la capital. La construyó y la gestionaba una compañía belga. En 1950, la red de ferrocarriles de Persia era solo de unos escasos 2.500 kilómetros, en un país cuyo tamaño es siete veces el de Gran Bretaña.

Los chinos y los persas no carecían de inventos tecnológicos como las máquinas de vapor (que se podían copiar libremente, o comprar). Carecían de los valores, mitos, aparato judicial y estructuras sociopolíticas que tardaron siglos en cobrar forma y madurar en Occidente, y que no podían copiarse ni asimilarse rápidamente. Francia y Estados Unidos siguieron con celeridad los pasos de Gran Bretaña porque los franceses y los estadounidenses ya compartían los mitos y estructuras sociales más importantes de los británicos. Los chinos y los persas no pudieron darles alcance con tanta rapidez porque pensaban y organizaban sus sociedades de manera diferente. Esta explicación arroja nueva luz sobre el período que va de 1500 a 1850.


En esta época, Europa no gozó de ninguna ventaja obvia, tecnológica, política, militar o económica sobre las potencias asiáticas, pero el continente construyó un potencial único, cuya importancia se reveló de repente hacia 1850. La aparente igualdad entre Europa, China y el mundo musulmán en 1750 era un espejismo. Imaginemos a dos constructores, cada uno de los cuales construye atareadamente dos torres muy altas. madera y adobe, mientras que el otro emplea acero y hormigón. Al principio parece que no hay mucha diferencia entre los dos métodos, puesto que ambas torres crecen a un ritmo similar y alcanzan una altura parecida. Sin embargo, una vez que se traspasa un umbral crítico, la torre de madera y barro no puede soportar la tensión y se derrumba, mientras que la de acero y hormigón crece piso a piso, hasta donde alcanza la vista. ¿Qué potencial desarrolló Europa a principios del período moderno que le permitió dominar el mundo moderno tardío? Hay dos respuestas complementarias a esta pregunta: la ciencia moderna y el capitalismo. Los europeos estaban acostumbrados a pensar y a comportarse de una manera científica y capitalista aun antes de gozar de ninguna ventaja tecnológica significativa. Cuando empezó la bonanza tecnológica, los europeos la pudieron domeñar mucho mejor que nadie. De modo que no es en absoluto una coincidencia que la ciencia y el capitalismo formen la herencia más importante que el imperialismo europeo ha legado al mundo posteuropeo del siglo XXI. Europa y los europeos ya no gobiernan el mundo, pero la ciencia y el capital se hacen cada vez más fuertes".

Lo anterior fue extraído del libro "De animales a dioses" (cap 15, pag 309) del historiador Yuval Noah Harari.

Nota del Director de la Revista Fragmento, Alejandro Agudelo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario