jueves, 9 de noviembre de 2017

El famoso contrato social

Por Carlos C. Tinoco

Nos asumimos como individuos capaces de la sana convivencia y de naturaleza altruista. Esto se vivió claramente el pasado 19 de septiembre en el sismo ocurrido en el centro de México. En la capital y en los estados afectados nos dimos cuenta de nuestra naturaleza de hermandad, sin coacción, con el dolor del prójimo como propio y que no necesitamos al gobierno todo poderoso para levantar escombros y llevar vivieres.

Lo anterior fue un hecho extraordinario en sentido de normalidad. Lo normal es que esa naturaleza voluntaria de ayuda está definida por políticas públicas en donde a modo de las mafias delictivas el gobierno te hace cumplirlas si o si las “reglas del juego”. Si no cumples con tus “obligaciones fiscales” por dar un ejemplo, te vas preso (preso, porque eso de romperte las piernas como lo hacía Al Capone impediría que les pagaras).

A mi forma de pensar esto impulsa de algún modo a la rápida infantilización de la sociedad en donde ponemos como una especie de “Sugar Daddy” al gobierno, “El gobierno debe darnos…” qué para matizar la idea, un sugar daddy da lo suyo, el gobierno reparte lo de todos. La infantilización comienza cuando por medio de dicho contrato social implícito nos asumimos como irresponsables sociales e irresponsables personales. La libertad es sinónimo de responsabilidad.

Uso el ejemplo del sismo porque es el hecho más contundente y reciente que encuentro para explicar mi punto.

Asumimos también que este contrato social está implícito con el solo hecho de haber nacido. Pero ¿en realidad es un contrato? Es decir, los contratos se firman de enterado y con entera conciencia entre partes y la pregunta que siempre me he hecho es si alguien de ustedes lo ha firmado, quizás exista y no como teoría, y no me he enterado y si no me he enterado ¿por qué tendría que participar y debatir asuntos que no me interesan?


Este texto quiero usarlo como punto de partida a seguir debatiendo el tema llevándolo humildemente por el camino del Liberalismo. Evidentemente no soy el primero en tocarlo y es por eso que ni siquiera hice el intento de escribir el concepto de Contrato Social y el bla bla bla de las obligaciones y derechos individuales, pero es importante no olvidarlo.  


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Sobre el autor
México D.F., 24 de enero de 1983. Filosofo frustrado que trata de hilar sus ideas a través de la escritura para darse a entender. Soy de convicción liberal pero irónicamente, un potencial dictador en caso de llegar a algún puesto de poder. Dibujante a lápiz sin conocimiento de técnicas (total, qué importa la técnica ¿no?). Odio con el alma el regeton.








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