miércoles, 29 de noviembre de 2017

La Cenicienta que no podía cocinar perdices (por inútil), Segunda parte

Parodia de La Cenicienta
Por David A. Tinoco
Segunda parte.

Nuestra heroína
Después de tanta proeza
Llego al palacio y ante las puertas
Con tan pobre caravana
Se sentía la muy soñada.

Para no hacer tan larga esta parte de la historia
Solo diré que fue como una fiesta de preparatoria.

Y como estos mocosos babosos no sabe ni beber,
Que muchas no sabían ni con quien iban a perder.

Y al igual que una universidad pública,
A los jardines del palacio se fueron a  embriagar,
Vomitar,
Fornicar,
Y mal bailar.

No lejos de ahí en una solitaria jardinera
El príncipe se embriagaba solo en su tristeza,
De pensar que en toda esta vileza
Debería una mocosa tomar como princesa.
Y así el príncipe quedo muy dormido,
Muy preocupado y muy pensativo.

Cenicienta, ya muy ebria,
Perdida en su inconsciencia,
No se había dado cuenta,
Que el reloj las doce ya marcaba,
Que sus adormilados primos rata
Prestos ya se marchaban
Dejándola despreocupada y abandonada.

Pasando las 4 de la madrugada,
Briaga y mareada,
Decidió que tenía que irse ya.
Su pelo feminista colorido,
Quedo echo todo un revoltijo,
Además de perder un zapato
Por algún lugar del palacio,
Pero, bueno, ya que importaba
Puesto que ni la bragas ya ni portaba.

Camino tambaleando hasta la calle,
Y al no encontrar a nadie,
Camino hasta la esquina,
Casi andando de rodillas.

Tomo un taxi…

Y el taxista al preguntar por el destino,
Solo se escuchó unos feos ronquidos,
Por qué de inmediato
La niñata se había dormido.

Pobre chofer,
Ya no sabía qué hacer.
Si la tocaba para despertarla,
De una denuncia no se salvaba.
Si le gritaba,
A la policía seguro llamaba.

Y para colmo en estos tiempos misándricos
Y estas muchachas se portan como changos.
No se hacen responsables de sí mismas
Y a toda la sociedad la culpan por sus desdichas.

Una hora tuvo que esperar
El chofer como niñero afuera de su unidad,
Hasta que la insensata despertó,
Y el camino como pudo le indico.
En su domicilio la dejo
Y el ya tranquilo respiro.
¡Fiu! De la que se salvó.

Al día siguiente en el palacio
Al príncipe, ¡ah! Pobre y atribulado muchacho,
En la cabeza le caía un zapato.
Con eso despertó
Y a la vez el rey con la corte se presentó.

Sorprendidos y asqueados ante tal muladar
Que dejo esa jauría subnormal,
El rey solo llego a reclamar:
“Oye hijo, en lugar de formalizar compromiso
Te viniste a meter a singular escondrijo”.

Pero en la escena había algo inusual,
Que a todos hizo pensar mal:
Zapato de mujer a lado,
Su traje manchado de horrible labial,
Pantis de abuela a su costado,
Y lo peor su zipper abajo.

Solo faltaba encontrar
A la doncella que dejo tal rastro,
Y el príncipe fracasando al recordar
Cuando fue que sello el trato,
Solo sabía que mal la iba a pasar
Y sudor frio le corría hasta en el ganso.

Por las cámaras de seguridad
Pudieron identificar
A quien le pertenecía
El zapato y el feo labial.

Cara redonda,
Cachetes de hámster…
Pelo colorido…
Es feminista
Este condenado engendrillo.

Ella y su colectivo
Acusaran al príncipe
De violación y machismo,
Y que en el gobierno del reino
Hay patriarcado del bueno.

Habrá desastres y desmanes,
Lapidación de cristianos
Pero no de musulmanes.
Y recordar de como dejan la catedral cada año
Van a querer hacer lo mismo con el palacio.

Y prestos reyes, séquito y guardias
Llevan al príncipe casi a arrastras,
A buscar, de casa en casa,
A semejante chachalaca.

Al dar con la casa
Y ver a la cara de pato,
Le entregan el labial
Y le prueban al zapato
En su pie de tamal.

Así el príncipe se pasó a desgraciar…

Continuara….

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