jueves, 21 de diciembre de 2017

La virtud del exilio - Juan Salazar Gonzáles

Eran tiempos libres, la juventud conlleva improperios amaneceres
lejos de toda esperanza mientras las emociones impulsan alegrías
los años como es costumbre se marchitan al compás de mis lágrimas
mis manos temblorosas, contagian tristeza una sonrisa
nublada por las arrugas de la experiencia
¡hoy! tras mis pasos la muerte menciona mi nombre
el silencio distorsiona cualquier algarabía
mientras el alma con su manto gris contrae plegarias.
¿Quién sabe? el mundo y su caja de pandora
encomienda largas caminatas de sufrimiento, desdicha y emociones...
Siendo polvo de estrellas, errantes convirtiendo el recuerdo en un fruto amargo
brillando en medio de un rascacielos
atormentado por pecadores infames pero...todo se marchita,
la felicidad agoniza, el amor escarba las últimas esperanzas
mientras la soledad perece una depresión insurrecta.
No importa, si el entorno por el cual segmentas tu camino se torna gris
Nuestro sendero regocija infelices debilidades,
En medio de un fortificado despertar,
Mis plegarias conllevan fatídicas decisiones
Sentimientos marchitos reman a la deriva facilitando algarabías constantes
¡Hombres! Aborigen y prospecto de una desgracia eterna
¡reina nuestra paz! ¡soledad! Tu presencia despierta senderos inusuales
En medio de la inmensidad nuestros pecados refugian interminables virtudes.
Estrellas auguran tormentos insaciables
el recuerdo acrecienta la inmensidad de mis males
consciencia marchita entre la inhóspita sonrisa de un infatigable amanecer,
No vivas para inspirar pues la consciencia del ser humano es efímera
testarudo actuar impide un frenético final aceptable,
débil amanecer tambalea un éxito primordial e insostenible.

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