—¡Ya me tienes cansada! —susurró mientras veía en el espejo pequeño el delineador contorneando la parte superior de su párpado, pero, empezó a sufrir un sismo en su mano, las lágrimas comenzaron a correr y el maquillaje se estropeó.
Lanzó un quejido.
—Deja que se olvide todo, congela tu corazón— dijo secándose las lágrimas y retomando el maquillaje arruinado por el tsunami —deja de ser imbécil, cree en ti.
Autor Dylan Stand.
No hay comentarios:
Publicar un comentario