Desnudo el silencio vano
bajo la sombra del ciprés umbrío,
y en sus hojas me refugio
ante la tarde en despedida,
ante la noche revivida,
cual sacro fuego
en que la sombra
impronta las más límpidas
sensaciones del ocaso.
Y en el velero
del inevitable renacer,
oculto mi mente
para no morir en el silencio
que mi oriflama va escardando
entre náyades encriptados
por la tarde en sus hojas de espanto.
Y bajo esta sombra sin origen,
navegante del ocaso,
voy enjalbegando cienos
para contar los días
de mi desfallecida fuente etérea.
Y así, con el umbrío fuego
a mis espaldas,
voy descubriendo un universo
de renovadas estrellas
que mi emocionado corazón
interpreta en el laúd de la noche revivida.
Bogotá, D. C., Colombia.
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